Editorial de Opinión
Por Manuel Duran: La decisión de la Patrulla de Carreteras de Tennessee de integrarse al programa 287(g) del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) no es solo un cambio operativo: es un mensaje. Un mensaje que parece decirle a nuestras comunidades inmigrantes que cualquier calle, cualquier parada de tráfico, puede convertirse ahora en un punto de interrogatorio migratorio.
Ya no estamos hablando del modelo carcelario, ese que se activa cuando una persona ha sido arrestada por algún delito y se encuentra bajo custodia. No. Lo que ahora se implementa en todo el estado es el modelo de grupo de trabajo, una herramienta agresiva que habilita a los agentes estatales a cuestionar el estatus migratorio de cualquier persona, incluso si no ha cometido ninguna falta.
Esto no es control fronterizo. Es persecución en carretera:
Y lo más grave: se pone en riesgo el debido proceso. En un país que presume de justicia y libertad, hay derechos que no deben negociarse. Derecho a guardar silencio. Derecho a un abogado. Derecho a no ser señalado por el color de piel, el acento o el origen.
No son pocos los casos en los que programas como este han terminado en discriminación racial, arrestos arbitrarios y separación de familias. Por eso fue desmantelado durante la administración Obama. Por eso tantas organizaciones civiles lucharon para sacarlo de las calles. ¿Por qué revivirlo ahora?
El abogado de inmigración Omar Reyes lo dijo claro: esto puede volverse una puerta abierta al abuso. ¿Y quién va a pagar las consecuencias? No serán los burócratas en Nashville. Serán los trabajadores que salen cada mañana con miedo. Las madres que llevan a sus hijos a la escuela preguntándose si volverán juntas a casa. Los jóvenes que, por tener “la cara equivocada”, serán detenidos sin motivo alguno.
Como periodistas, no estamos aquí para aplaudir al poder. Estamos aquí para cuestionarlo, para observarlo, para amplificar la voz de quienes muchas veces no tienen cómo defenderse. Y hoy, esa voz dice: esto no es justicia. Esto es persecución con placa y uniforme.
Lo que necesita Tennessee no es más vigilancia migratoria disfrazada de seguridad pública. Lo que necesita es humanidad, sensatez y respeto por los derechos que tanto decimos defender.
Hoy más que nunca, es momento de estar del lado de la gente.