Francisco Oropeza estaba disparando su arma en su patio nuevamente el viernes por la noche, emitiendo fuertes golpes que mantenían despierto al bebé de Wilson García. Así que el Sr. García dijo que se acercó a su vecino y le preguntó si podía parar.
Oropeza, quien según las autoridades había estado bebiendo, dijo que no. Su patio, dijo, sus reglas. García, de 30 años, advirtió que llamaría a la policía. Pero después de que Oropeza, de 38 años, regresara a su casa, reapareció con un AR-15.
Caminó hacia la casa color crema del Sr. García, donde disparó y mató a la esposa del Sr. García, quien había llamado a la policía y estaba parada cerca de la entrada. El alboroto continuó dentro de la casa del Sr. García, donde las autoridades dijeron que el Sr. Oropeza disparó fatalmente a otras cuatro personas, “casi al estilo de una ejecución”.
“Quería matarnos a todos para no dejar evidencia”, dijo García en una entrevista. El episodio en Cleveland, Texas, que se encuentra a unas 45 millas al noreste de Houston, ha sorprendido a una nación que ya está cansada de tiroteos aparentemente provocados por confusiones e interacciones mundanas, como una queja entre vecinos.
Este mes, un propietario de una casa le disparó a un joven de 16 años en Missouri que tocó el timbre equivocado, una mujer de 20 años en el norte del estado de Nueva York recibió un disparo mortal después de conducir por la entrada equivocada, y dos porristas en Texas recibieron disparos después de que uno se subió al auto equivocado.
El tiroteo del viernes por la noche provocó una búsqueda extensa del pistolero, quien pudo haber huido del área y seguía prófugo hasta el sábado por la noche. Otras tres personas fueron trasladadas a hospitales después del tiroteo, que ocurrió alrededor de las 11:30 p.m. Sus condiciones no se conocieron de inmediato. Las víctimas eran todas de Honduras, dijeron las autoridades.
Cuatro personas fueron declaradas muertas en el lugar y una quinta murió en un hospital, dijo la Oficina del Sheriff del Condado de San Jacinto.
El FBI identificó a las víctimas como: la esposa del Sr. García, Sonia Guzmán, de 25 años; Diana Velázquez Alvarado, 21; Juliza Molina Rivera, 31; José Jonathan Casarez, 18; y Daniel Enrique Laso, de 8. Pero el sábado hubo información contradictoria. Horas antes, las autoridades dijeron que entre las víctimas había una niña de 15 años.
Varias agencias de aplicación de la ley, incluido el FBI, estaban registrando casas y áreas boscosas a pie y con drones para encontrar a Oropeza, dijo el alguacil Greg Capers del condado de San Jacinto en una entrevista telefónica el sábado.
El alguacil Capers dijo a los periodistas que se sabía que Oropeza disparaba “frecuentemente” un AR-15 en su patio delantero. El Sr. García, quien se mudó a los Estados Unidos desde Honduras hace tres años, dijo que “nunca había tenido ningún problema” con el Sr. Oropeza, quien una vez ayudó al Sr. García a derribar un árbol.
García dijo que después de que Oropeza le disparó a su esposa, el pistolero lo persiguió. El Sr. García escapó por una ventana y salió corriendo. “Pensé que me iba a seguir”, dijo. “Pero después de que no pudo atraparme, regresó a la casa para acabar con ellos”.
El Sr. García dijo que fue a la casa de un familiar para esconderse. Pero luego volvió a su casa. “Regresé por mis dos hijos”, dijo. “Estaban escondidos en el armario. Las dos mujeres que los protegieron cuando murieron, los estaban abrazando”.
Según Carlos Ramírez, hermano del Sr. García, las dos mujeres asesinadas estaban protegiendo a un niño de 6 semanas y una niña de 3 años, que sobrevivieron. Ramiro Guzmán, el hermano de la esposa de García, dijo en una entrevista telefónica que después de que García le pidiera a Oropeza que dejara de disparar cerca de su casa, sintió peligro y le pidió a su hermana que huyera.
La Sra. Guzmán le dijo que no creía que el Sr. Oropeza los lastimaría y se quedó donde estaba. Pero segundos después, el pistolero le disparó y rápidamente se dirigió a la sala de estar, donde le disparó fatalmente al sobrino de Guzmán.
El Sr. Guzmán dijo que rápidamente agarró a su esposa y a su hijo de 6 meses y se escondió en un armario mientras escuchaba que el hombre armado continuaba disparando a miembros de la familia. Trató de llamar a la policía, pero el servicio era malo, así que llamó a su tía y le pidió que llamara a la policía.
“No pude comunicarme con la policía”, dijo Guzmán entre lágrimas. “Y estaba matando a mi familia”. Robert Freyer, el primer asistente del fiscal de distrito de la oficina del fiscal de distrito penal en el condado de San Jacinto, dijo que había 10 personas en la casa, aunque Ramírez dijo que había 12.
“Todos los que recibieron disparos recibieron disparos desde el cuello hacia arriba, casi al estilo de una ejecución”, dijo el alguacil Capers. Enrique Reina, el canciller de Honduras, dijo en Twitter que el consulado hondureño estaba en contacto con las autoridades en Texas y monitoreando la situación.
“Exigimos que se aplique todo el peso de la ley contra los responsables de este crimen”, escribió en español. Susan Ard, vocera del Distrito Escolar Independiente de Cleveland, dijo que el distrito estaba al tanto de una víctima, un niño de tercer grado que asistía a la Escuela Primaria Northside.
“Todas nuestras oraciones y pensamientos están con las familias y la comunidad afectadas por esta horrible tragedia”, dijo.
Verónica Pineda, de 34 años, dijo que no conocía a Oropeza y su familia, pero que vivían en el barrio desde hacía unos cinco años. Ella dijo que eran conocidos por organizar fiestas hasta altas horas de la noche.
Guadalupe Calderón, de 47 años, que vive en el barrio, dijo que el tiroteo pudo haber ocurrido en cualquier lugar pero que los miembros de la comunidad se sorprendieron con el ataque.
“Todos somos vecinos aquí y tenemos que cuidarnos unos a otros”, dijo. “Solo Dios sabe por qué lo hizo. Tal vez simplemente no se llevaban bien”.
Guzmán dijo que se fue de Honduras hace cinco años para escapar de pandillas violentas y buscar seguridad y familia en Cleveland. “Vinimos aquí para escapar de la violencia”, dijo, “y la encontramos en Estados Unidos”.
