En Elgin, Illinois, la mañana comenzó con un sobresalto que pocos olvidarán. Una operación de ICE terminó convirtiéndose en una escena de caos, donde el humo, los gritos y la confusión se mezclaron en cuestión de minutos. Varias personas tuvieron que ser atendidas por exposición a químicos después de que agentes federales lanzaran gases lacrimógenos para dispersar a los residentes que se acercaron al operativo.
De acuerdo con testigos, el ambiente se volvió tenso cuando vecinos salieron de sus casas al notar la fuerte presencia policial en la zona. No es algo común en Illinois, especialmente después de que la Patrulla Fronteriza abandonara el estado, reduciendo significativamente este tipo de intervenciones.
“Solo escuchamos los gritos y luego el ardor en los ojos. Nadie nos advirtió nada”, relató una residente que pidió no ser identificada por temor a represalias. Ese sentimiento de incertidumbre tan familiar para muchas familias inmigrantes volvió a sentirse en las calles de Elgin.
Según información preliminar, ICE realizaba un operativo dirigido contra una persona con una orden pendiente. Sin embargo, la situación escaló rápidamente cuando algunos vecinos intentaron acercarse y grabar lo que ocurría. Fue entonces cuando los agentes usaron gases lacrimógenos, afectando no solo a quienes estaban cerca, sino también a varias familias dentro de sus propias viviendas.
Las autoridades locales no tardaron en recibir múltiples llamadas de emergencia por personas con dificultades respiratorias, irritación en la piel y ojos, y ataques de ansiedad provocados por la exposición al químico. Equipos médicos respondieron a la escena para ofrecer atención inmediata.
La comunidad, por su parte, exige respuestas. ¿Era realmente necesario el uso de este tipo de fuerza en un vecindario residencial? ¿Qué protocolos se siguen cuando se ejecutan operativos en zonas donde viven familias vulnerables?







