Washington, D.C.— Este lunes, el Congreso de Estados Unidos certificó la victoria electoral de Donald Trump en una ceremonia marcada por la memoria de los eventos de hace cuatro años, cuando una turba irrumpió violentamente en el Capitolio. Kamala Harris, la vicepresidenta saliente, presidió la sesión conjunta, mientras el vicepresidente electo, JD Vance, ocupaba un lugar destacado en la primera fila de la Cámara de Representantes.
Harris cumplió su promesa de garantizar una transferencia pacífica del poder, a pesar de la sombra que proyecta el ataque del 6 de enero de 2021. En un giro extraordinario, Trump, quien entonces intentó anular los resultados electorales, regresa ahora al poder de manera legítima tras derrotar a Harris en noviembre.
El complejo del Capitolio operó bajo estrictas medidas de seguridad, rodeado por vallas negras que recordaban los violentos enfrentamientos de 2021, cuando seguidores de Trump, incitados por el entonces presidente, protagonizaron el ataque más grave contra la democracia estadounidense en dos siglos.
A diferencia de aquel día, este año no hubo violencia ni objeciones en el Congreso. Los republicanos, quienes desafiaron los resultados de 2020 tras la derrota de Trump frente a Joe Biden, aceptaron sin reparos la nueva victoria del expresidente. Por su parte, los demócratas, aunque frustrados por los resultados del Colegio Electoral (312-226 a favor de Trump), reconocieron la decisión de los votantes.
La certificación se desarrolló con el tradicional traslado de las cajas de caoba que contienen los votos del Colegio Electoral, las mismas que en 2021 el personal protegió desesperadamente durante el asedio.
Harris, desde el estrado, presidió el recuento y certificó su propia derrota, repitiendo un acto de respeto a la democracia que ya habían realizado otros vicepresidentes como Al Gore en 2001 y Richard Nixon en 1961.
Mientras tanto, líderes como Mike Johnson, presidente de la Cámara de Representantes, destacaron la importancia de garantizar la continuidad democrática. “Estaremos en esa cámara asegurándonos de que esto se haga”, declaró en la víspera.
Trump, que tomará posesión en dos semanas, continúa negando su derrota de 2020 y ha sugerido la posibilidad de extender su mandato más allá del límite constitucional de dos periodos. También ha prometido indultar a quienes participaron en el asalto al Capitolio, un gesto que alimenta la división en el país.
Ian Bassin, director de la organización Protect Democracy, calificó de “peligroso e inédito” el regreso de Trump al poder tras sus acciones de 2021. Por su parte, Biden, en sus últimos actos como presidente, lamentó los eventos del pasado y llamó a proteger la democracia.
“Lo que Trump hizo entonces fue una amenaza genuina para la democracia. Espero que ahora hayamos superado eso”, afirmó Biden.
El Congreso ha implementado nuevas reglas para evitar repeticiones del caos de 2021, como la exigencia de que un quinto de los legisladores respalde cualquier objeción a los resultados electorales. Sin embargo, el retorno de Trump plantea interrogantes sobre la resiliencia de la democracia estadounidense y la capacidad del país para superar sus divisiones.
Con su retorno al poder, Trump enfrenta no solo el desafío de liderar un país dividido, sino también las críticas de quienes temen que su reelección pueda sentar un precedente peligroso. Mientras tanto, el Congreso sigue siendo un testimonio del compromiso del pueblo estadounidense con su democracia, incluso en tiempos de incertidumbre.