En Memphis, la realidad ya no se puede suavizar: el miedo está entrando a las aulas, y las cifras lo demuestran con una claridad que debería alarmar a cualquier autoridad que diga preocuparse por la educación o por la seguridad pública.
Desde que el Grupo de Trabajo de Seguridad de Memphis inició operaciones el 29 de septiembre, acompañado por un aumento en los operativos del ICE, la asistencia escolar ha comenzado a caer. No es una percepción. No es un rumor. Es un patrón medible.
Los datos entregados por el distrito y analizados por The Commercial Appeal revelan que:
Los estudiantes que aprenden inglés (muchos de ellos hijos de inmigrantes): –2 % en asistencia interanual.
Estudiantes hispanos o latinos: –2 %.
En escuelas clave como Kingsbury High, ubicada en comunidades tradicionalmente latinas, la caída fue aún más fuerte:
- Estudiantes afroamericanos: –6 %
- Estudiantes hispanos o latinos: –5 %
En números absolutos, el impacto es mayor de lo que parece:
MSCS tiene 105,000 estudiantes, y una caída del 1 % equivale a 1,050 estudiantes menos en las aulas cada día.
Entre el 1 de octubre y el 7 de noviembre, el distrito registró 7,350 ausencias diarias en promedio. Eso no es casualidad. Es tendencia.
Y mientras eso ocurre, las acciones policiales también muestran un incremento notable:
- El grupo de trabajo reportó un aumento del 148 % en detenciones de tráfico respecto al año anterior.
- Del 1 al 15 de octubre, el Servicio de Alguaciles confirmó 173 detenciones administrativas por motivos de inmigración.
- Después del 15 de octubre, las autoridades dejaron de divulgar cifras migratorias, lo que solo aumenta la preocupación.
Todo esto en una ciudad donde más de 21,000 estudiantes hispanos forman parte del sistema, muchos de ellos ciudadanos estadounidenses, pero con padres indocumentados que viven cada día entre la rutina y el temor.
Cuando patrullas, retenes y luces azules se colocan cerca de escuelas, aunque no estén dentro de ellas, el efecto es devastador. Una maestra relató que un padre fue arrestado mientras esperaba a su hijo afuera del plantel. Otra contó que sus estudiantes se preguntan todas las mañanas si hoy será el día en que el ICE llegue a sus casas.
Eso no es seguridad. Eso es intimidación.
Las autoridades locales aseguran que no pueden impedir que ICE opere. El distrito escolar intenta mitigar el daño ampliando la Zona de Responsabilidad Parental y ofreciendo recursos informativos, pero ninguna de estas medidas ataca el problema de raíz.
Memphis ya enfrentaba un grave problema de asistencia antes de todo esto:
El 31.1 % de los estudiantes estaba en riesgo de ausentismo crónico en 2024–25.
Ahora, con la presencia del grupo de trabajo y del ICE alrededor de los planteles, el ausentismo no solo crece: se profundiza precisamente en las comunidades más vulnerables.
¿Estamos dispuestos a sacrificar la educación de miles de niños por un operativo que no distingue entre delincuentes y padres trabajadores?
¿Vamos a seguir ignorando que las aulas vacías de hoy serán las calles más inseguras de mañana?
Memphis no puede hablar de seguridad mientras sus estudiantes latinos y afroamericanos faltan por miedo. No puede hablar de progreso mientras miles de pupitres quedan vacíos. No puede hablar de justicia cuando los niños los más inocentes pagan el precio de decisiones tomadas sin pensar en ellos.
Las cifras ya hablaron.
Ahora le toca a la ciudad decidir si quiere escucharlas.







