Liberan a Kilmar Ábrego García en Tennessee: ICE aún podría detenerlo en Maryland

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Kilmar Ábrego García/ Tennessee

El salvadoreño Kilmar Ábrego García, de 30 años, fue liberado este viernes de la cárcel del condado Putnam, en Tennessee, tras permanecer más de once semanas tras las rejas. Ahora se dirige a Maryland, donde lo espera su familia, mientras aguarda en libertad el juicio federal en su contra por cargos de tráfico humano.

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Su abogado, Sean Hecker, confirmó la noticia en un comunicado:
“Kilmar Ábrego García está libre. Actualmente va en camino a su familia en Maryland, después de haber sido arrestado y deportado erróneamente, y luego encarcelado. Está agradecido de que los tribunales estadounidenses le hayan garantizado el debido proceso significativo”.

Una libertad vigilada:

La jueza federal de primera instancia Barbara Holmes autorizó su liberación bajo estrictas condiciones: permanecer en casa de su hermano en Maryland, someterse a monitoreo electrónico y mantenerse en detención domiciliaria.

Pese a la decisión judicial, el temor no desaparece. El ICE (Servicio de Inmigración y Control de Aduanas) podría intentar detenerlo nuevamente para iniciar un proceso de deportación, lo que mantiene en vilo a su familia y a sus defensores legales.

Entre dos versiones opuestas:

La figura de Ábrego García se mueve entre dos narrativas completamente distintas.

  • Para el expresidente Donald Trump y su administración, es un miembro de la MS-13 y un traficante de migrantes.
  • Para sus abogados, es un trabajador de la construcción, esposo y padre, que fue deportado arbitrariamente y acusado de forma vengativa para sostener un discurso político.

De El Salvador a Maryland: una vida marcada por la persecución:

Ábrego nació en El Salvador y huyó a los 16 años tras ser amenazado y extorsionado por pandillas locales. Se estableció en Maryland, donde encontró empleo en la construcción y formó una familia junto a su esposa, Jennifer Vásquez Sura, con quien tiene un hijo.

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Su vida dio un giro en 2019, cuando fue arrestado en un Home Depot bajo sospechas de pertenecer a la MS-13. Aunque no fue acusado formalmente, un juez de inmigración negó su asilo por cuestiones de tiempo, pero sí le otorgó protección contra la deportación a El Salvador, al reconocer el riesgo de persecución en su país natal.

Aun así, en marzo de 2025, el gobierno de Trump lo deportó a El Salvador en violación a esa orden judicial. Fue recluido en una prisión de pandilleros, donde denunció haber sufrido golpes y tortura psicológica, acusaciones que el presidente salvadoreño Nayib Bukele negó públicamente.

Meses después, tras presión política y una orden de la Corte Suprema, fue devuelto a Estados Unidos. Sin embargo, regresó bajo cargos federales de tráfico humano, vinculados a una detención de tránsito en 2022 cuando conducía un vehículo con nueve pasajeros.

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El proceso judicial en curso:

Ábrego se ha declarado inocente de los cargos. Sus abogados aseguran que el caso se sostiene en el testimonio de testigos con beneficios migratorios o penales, y lo han calificado como una “persecución vengativa y selectiva”.

Por ahora, su destino depende de los tribunales. La jueza federal de Maryland Paula Xinis otorgó un respiro al ordenarle al ICE no detenerlo de inmediato y exigir que cualquier procedimiento de expulsión inicie en Baltimore, donde debió haberse llevado su caso desde el inicio.

En esa decisión, Xinis fue clara: el gobierno debe notificar con tres días de anticipación cualquier intento de deportación. Esto abre una ventana legal para que Ábrego y sus abogados presenten nuevamente sus temores de persecución si es devuelto a El Salvador.

Una libertad frágil:

La liberación de Kilmar Ábrego García marca un capítulo crucial en su batalla judicial, pero también expone la fragilidad de su situación. Hoy viaja hacia un anhelado reencuentro familiar en Maryland, pero con la incertidumbre de si esa libertad será duradera o apenas temporal.

Su caso, más allá de lo legal, vuelve a poner sobre la mesa un tema sensible: el costo humano de las políticas migratorias y el delicado equilibrio entre seguridad nacional y derechos humanos.